miércoles, 13 de octubre de 2010

El refugio secreto

En días así, te quiero

Luego de ser bañado con insultos
levanto el cuello
liberado del yugo
y dejo en el trabajo
los miembros mutilados
de mi inútil esfuerzo.
Es más importante ocuparse de ti
trascendental
no hay formas disponibles
en que pueda alejarte
o trocar tu recuerdo
en algo pasajero
eres vicio retórico
de mi monólogo interior.

Por la senda del diario
tu presencia aletea
infantil mariposa
frente a mis ojos dando
la sensación del sueño
al camino trillado.

Ni el deslucido trance
de sudar la pendiente
con mis males
a cuestas
consigue que mis pies
partidos de camino
desistan en su empeño
y escalan mis deseos
cual musgo enamorado
el muro que conduce
hasta el balcón lunar
donde tu espera es mía.

Mantengo a todas horas
el sueño proletario
de una casa cualquiera
apenas un cajón para dormir
donde tus manos hagan
la justicia
de arropar mis tristezas.

Este aliento que poco
a poco me reduce
para qué ha de servir
si no es para nombrarte
y en cambio
qué utilidad tiene tu risa
encuentro mil maneras de aplicarla
y todas ellas son
generosas y dulces
cálidas como rayos
de la primera aurora.

En días así te quiero

Cuando mi cuerpo anda
deshilachado
como un trozo de tela
sin la fuerza
para oponerse al viento
sigo los protocolos de emergencia
enciendo un cigarrillo
y mis labios apuran
el golpe de tu nombre
y hasta los huesos saben
relajar su postura
al sentir que la pena
se aleja de mi cuerpo
formando caprichosas
despedidas de humo.

Los dientes incansables
de la rugiente maquina
y el ominoso grito
del que dice ayudarme
pueden moler mis sueños
malbaratar mi tiempo
escupir en mi saco
pero no reducir
el narcótico goce
de saberte conmigo.

En días así, te quiero
porque sabes herirme
de un modo que no duele
con tus ojos que marcan
azules como fuego
fantasma
el lugar donde guardo
mi tesoro secreto.