domingo, 26 de septiembre de 2010

XYZ

Para Xiomara
Antes de conocerte eras Alicia
la pequeña diosa de Lewis Carroll
un misterio de rostro blanco y rosadas mejillas
y tus rizos, pétalos dorados
y tus ojos, dos versiones hermosas de la misma canción
y tus labios, suaves cofres guardando el tesoro mortal de tu sonrisa

Cuando supe tu nombre 
mis ignorantes doce años pensaron: seguro es extranjera.
Eras la pieza más exótica de mi naciente vocabulario
extravagante como los nombres científicos de las flores
o de las estrellas.
Luego vino el trauma de tu apellido
la abundancia de hierba
fue demasiado para mí.

Nunca pude conciliar tus dos naturalezas: la celeste y la terrena.
Poco importaba ese debate si la blusa blanca y la falda azul petróleo y las calcetas que alcanzaban las rodillas y    
     los zapatos negros sin agujetas aparecían de pronto
en el patio, en las canchas o en las jardineras
trayendo pétalos dorados, un misterio, dos canciones hermosas y el peligro de muerte que era verte sonreír.

Tardé 16 años en escribir este poema.
Demasiadas cosas han pasado:
besos y bisturís, errores y tiros en el blanco
muchas furias, muchas parcas, dos heridas mortales.

Y en el primer momento que pisé la ciudad
donde abunda la hierba
pensé en aquel girasol de rosadas mejillas que era tu rostro 
en lo mucho que extraño aquellos tiempos
cuando eras Alicia y hacías de mis pensamientos un país maravilloso
cuando te creía una mujer mitad francesa o mitad italiana
diseñada ex profeso para volverme loco.
Qué lindos son los sueños.
Qué lindos son los sueños de los que no despiertas hasta que ya es muy tarde.


X Y Z
incógnitas de la feliz memoria
X y Z
tu nombre y tu apellido.

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