viernes, 11 de septiembre de 2009

Un pozo con fondo

Además de las tomas de Torreón del período revolucionario (1911 y 1913), otro asalto que merece grabarse con letras mayúsculas en el registro de la historia local es La toma del Pozo, ocurrida la madrugada del 20 de marzo de 2008. Esa noche, al amparo de las sombras, elementos de Seguridad Pública entraron al predio marcado con el número 476 de la calle Múzquiz. Con el factor sorpresa como principal aliado, las huestes municipales vencieron la resistencia de la guarnición, conformada por un velador al que sometieron sin gastar un solo cartucho. Al mediodía, los posesionarios del terreno intentaron recuperar el Pozo aliancero con el refuerzo de un abogado, pero la arremetida fue rechazada por los escasos policías que superaban en número al jurista y a los demandantes. Así comenzó la construcción del llamado estacionamiento Plaza Comercial Alianza. El discurso que siguió se manifestó de dos maneras, por un lado, la autoridad municipal declaraba que se había actuado conforme a derecho y por el otro, reconocía que lo más sensato era llegar a un arreglo para evitar que el juicio de amparo promovido por los demandantes interrumpiera la ejecución del proyecto.

Así transcurrieron los meses, y el Pozo fue cambiando su fisonomía, con las rampas y pisos de concreto, con la grúa que se alzaba sobre todos los techos del área comercial transportando materiales y trabajadores. Primero se dijo que estaría listo en abril de este año, luego, que en junio, finalmente, más de un año después, más de 33 millones de pesos después, la semana pasada abrió sus puertas.

En sus orígenes el proyecto integral de rescate del sector Alianza planteaba, además del estacionamiento, la remodelación de fachadas al menos en el perímetro exterior del mercado, otra renovación necesaria para cambiar la avejentada cara de pasillos como el de la calle Viesca, la prolongación Hidalgo o la misma prolongación Carranza, desde el pasado jueves esta última calle es una especie de dos caras, con una acera modernizada por la obra del estacionamiento y la de enfrente que pertenece a otro siglo.

Los comerciantes dicen confiar en que la obra inaugurada les permitirá recuperar parte del terreno perdido en ese proceso de inerme degradación que ha caracterizado a la Alianza en los últimos años y que se agudizó a partir de situaciones fuera de su control: la salida de los camiones Torreón-Gómez-Lerdo en septiembre de 2007, la inseguridad que se robó el ánimo de los clientes que ahora prefieren comprar en otros lados y la crisis económica que obliga a ajustar presupuestos y cargar con bolsas de mandado más ligeras.

Aún así, todavía hay fieles que realizan trayectos tan largos como acudir al mercado desde extremos de la ciudad como el fraccionamiento Santa Sofía, que para mayores señas, se ubica por el rumbo de la carretera a Mieleras en el extremo suroriente de la ciudad. También están los otros fieles, los que bajan o suben a los camiones de Nazareno, Villa Juárez y Jimulco, y que en estas semanas de lluvia pasan volando sobre los pasillos enlodados de la Alianza. No me olvido tampoco de los que tienen su lugar apartado frente a los tacos de hígado de la 5 de mayo, o el pozole en la Múzquiz o el licuado en la prolongación Hidalgo. Hay más, como aquellos que se quedan dormidos en su suelo.

Porque la Alianza es un lugar para estacionarse frente a los puestos de verduras, chicharrones, gorditas, dulces, alimento para mascotas y demás. Que los trabajos se tardaron, pues sí, sí se tardaron, lo mismo pasó en los Paseos Comerciales Cepeda y Valdez Carrillo. Los pretextos son lo de menos, la falta de liquidez, la escasez de materiales, todo eso deja de importar ante lo realmente importante, rescatar ese patrimonio tangible que es la vida del mercado. Que les falta drenaje, pues sí, pero ya tienen techumbre, que les faltan los camiones rojos y verdes, pues sí, pero ya tienen estacionamiento, que muchos clientes se fueron, pues sí, ahora hay que pensar el modo de hacerlos regresar, tarea que no será sencilla.

Sí hay algo seguro es que el sector Alianza seguirá cambiando, con la Harinera inaugurada esta semana se dio otro paso, con el sistema vial vendrá otro.

En esos pasillos y locales destinados a la economía del día a día, se escriben historias alegres, tristes, graciosas, incluso épicas como la que hoy recordamos: la toma del Pozo, un capítulo más de la belicosa vida en la ciudad.

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