jueves, 18 de marzo de 2010

Las fórmulas de siempre

“Es el amor, tendré que ocultarme o que huir”, así comienza El amenazado, poema escrito por Jorge Luis Borges, un autor indescifrable para muchos que de pronto se torna transparente al decir “la hermosa máscara ha cambiado, pero como siempre es la única”. Borges se quedo ciego un día, y no obstante, era capaz de percibir, bajo el mudable disfraz del rostro, la sustancia que llena el corazón con fuego y agua, infierno y paraíso.
Leer nunca es un desperdicio de tiempo, menos cuando el lector da de frente con palabras, es decir emociones y circunstancias, conocidas. Mire usted a Amado Nervo. En Pasó con su madre el nayarita jalisciense nos dice algo que a mí me ha sucedido un par de veces: “Síguela, gritaron cuerpo y alma al par / pero tuve miedo de amar con locura / de abrir mis heridas que suelen sangrar / y no obstante toda mi sed de ternura / cerrando los ojos la dejé pasar”.
La historia de la literatura está llena de ese recurso renovable, ese limpio calor. Con nuestras historias pasa lo mismo. “El poema de amor es el poema, de cada día” dice Efraín Huerta como quien da la receta para preparar una existencia si no feliz al menos ocupada. Porque “los amorosos callan” según Jaime Sabines y yo comparto, con reservas, su opinión. No concibo nada más complicado que guardar silencio cuando lo único necesario en esta vida es confesar a la manera de Salvador Novo que “amar es percibir, cuando te ausentas / tu perfume en el aire que respiro”. Ramón López Velarde también tiene razón al lamentarse profundamente por los caprichos del destino: “Hoy, como nunca, me enamoras y me entristeces”.
Para dar un salto de la melancolía al frenesí, de la alegría al dolor, de la muerte a la esperanza, basta con mirarnos en los ojos de otra persona y descubrir si nuestro corazón puede latir al ritmo de esa vida, que es la nuestra, aunque no lo sea porque está fuera de nosotros, bueno, si no entendió, es normal, yo tampoco entiendo bien ese sentimiento. Pablo Neruda explica mejor lo que quiero decir en su poema Si tú me olvidas: “Ay, amor mío, ay mía, en mí todo ese fuego se repite”, la llama arde por igual en los dos recipientes, ilumina como presencia divina o quema como fuerza destructora.
Pocas cosas me han conmovido tanto como unos versos de Issac Felipe Azofeifa, autor que, si se busca, se encuentra en internet. Una cita que no se concreta, el amante muere en desconcierto porque la persona amada lo dejó plantado. ¿Qué se puede hacer o decir en esos casos? “Para qué voy a hablar si no está tu silencio / para qué he de mirar sin tu mirada / y el reloj del corazón /sigue marcando y doliendo”, así resuelve Azofeifa esa cuestión.
Si usted anda en plan conquistador, vaya bien preparado, ármese de valor y utilice la Táctica y estrategia de Mario Benedetti. Memorice el manual completo de: “Mi táctica es mirarte, aprender como sos, quererte como sos”. Nunca está de más cargar un tanque de oxigeno, auxilio indispensable sobre todo en condiciones como las enunciadas por Julio Cortázar en el capítulo 7 de Rayuela: “y si nos ahogamos en un breve y terrible absorber simultaneo del aliento esa instantánea muerte es bella”. No sé usted, pero yo, al escuchar el llamado querido de mi musa, despierto al momento y con la voz de Roque Daltón me rindo ante “Tu voz que es la campana de los cinco sentidos”.
Estos son algunos de los poemas que llevo conmigo a todas partes, versos ligados a muchos capítulos, buenos y malos, de mi vida. Por eso le doy éste consejo: Regálese un bonito verso de cuando en cuando. Es importante ahora que en lugar de expandir nuestras buenas emociones tratamos de reducirlas. La poquedad escribe “TKM” en vez de “Te quiero mucho”, chale. Como diría la juventud de ahora, “¿eso qué?” Prefiero mil veces jalar aire y recitar como Carlos Pellicer, en perfecto amor, con mi imperfecta voz, “Tú eres más que mis ojos porque ves / lo que en mis ojos llevo de tu vida”, eso demuestra que los amorosos también saben hablar aunque no se les entienda.

Nota: Éste es otro texto que estuve trabajando con motivo del 14 de febrero pasado. Lo hice para una revista que ignoro si habrá salido, jeje.

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