miércoles, 28 de octubre de 2009

Impuestos y mentiras

Qué les puedo decir, estamos condenados a vivir tiempos interesantes, a nivel federal resuena el clamor en contra de la miscelánea fiscal aprobada por los diputados, porque otra vez se perdió la oportunidad de hacer las cosas bien, otra vez se le carga la mano a los de siempre, los argumentos no varían con respecto al año pasado, la misma rebatinga, el mismo atraso. Con los políticos pasa lo mismo que con los jugadores de un equipo de futbol que pierden un partido, se escucha el mismo discurso, hicimos lo mejor pero el resultado fue negativo, quedamos en deuda con nuestra afición, tuvimos fallas pero confiamos en recomponer el camino. Políticos y jugadores suenan igual porque, al final del partido, un marcador adverso resulta tan dañino para la moral del populacho como un alza en los impuestos. Y ese daño al patrimonio anímico le duele a su servidor luego de leer que ahora los vicios legales serán más caros. Otro vicio, que es también una herramienta de trabajo, de entretenimiento y de fascinación: el internet, se salvó y no costará más. No obstante, yo los invito a ver el lado bueno de las cosas, con el aumento, se viene también la enésima oportunidad para dejar de fumar y bajarle a la bebida. En México, la crisis es una estación del año que, a diferencia de la primavera o el otoño, dura 12 meses y aún así persisten los fumadores activos y los alcohólicos desde el bebedor social hasta el empedernido o catarrín. Lo más seguro es que al final, cualquier intentona por dejar el tabaco o la embriaguez, será, como las interminables dietas que se empiezan un lunes y se acaban dos días después, una mentira más del PIM o Producto Interno de Mentiras que, según una encuesta de Consulta Mitofsky, asciende a las 94 mil millones de falsedades al año, con un promedio de cuatro al día por persona. Gracias a ese ejercicio descubrí que soy parte de los dos de cada tres mexicanos que ven a la mentira como necesaria y justificable. Un graffiti destacado por Eliseo Alberto, escritor cubano radicado en México, dice: Basta de realidades, queremos promesas. Aquí cabe mencionar que toda promesa es una mentira hasta el día en que se cumple. Pero resulta que en manos de un político con aspiraciones una promesa es el pan de cada elección y hasta en los contratos verbales vienen letras chiquitas como la salida priísta de que al prometer no subir los impuestos se referían exclusivamente a alimentos y medicinas. Fíjense como serán las cosas que un numerito nos trae patas arriba, un 16 por ciento al IVA que si lo vemos aislado parece poco, ni por asomo se huele que esa sucesión natural, ese brinco del 15 al 16, es la cifra ganadora de 30 mil millones de pesos a recaudar en el 2010, año futbolero por excelencia y en el que coincide el bicentenario por el inicio de la independencia mexicana. Y hablando de mentiras, según la encuesta de Mitofsky, el primer lugar en la lista de las falsedades más utilizadas por los connacionales en el interior de la república lo ocupa la frase “no me llegó tu mensaje”, con la plata se quedó el “sólo somos amigos”, y más rezagado llegó el “te lo juro, no se lo voy a contar a nadie”, otras mentiras destacadas fueron la del “sí, choque, pero el otro tuvo la culpa”, “llámame en cinco minutos porque estoy en una reunión” y sentencias típicas como el “no eres tú, soy yo” y “la última y nos vamos”. El mexicano miente por tres buenas razones, por necesidad, por conveniencia y para evitar conflictos, y es que como dice Arjona, una mentira que te haga feliz vale más que mi cuello roto, como sea basta de realidades queremos promesas y si no díganme qué pasa con el agua y la basura en Torreón, sí sabíamos que la mejor policía del norte del país iba a estar en chino, pero tanta inversión que se hizo en los famosos megatanques y ahora resulta que se están cayendo los drenajes, y los chorritos de agua que se hacen chiquitos y más chiquitos, mientras que el tema de la basura se perfila como otra herencia incómoda, un espacio a oscuras sobre el cual la actual administración no alcanza a echar ninguna luz y sólo aporta más sombras. El alcalde entrante, deshoja la margarita llamada gabinete, o equipo de trabajo, y es que el nivel municipal no da para vocablos tan elegantiosos. Estamos condenados a vivir tiempos interesantes, pero, si la vida es sueño, quién asegura que todo esto no sea sino otra mentira.

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