lunes, 12 de abril de 2010

¿Por qué escribo?

Mesa Redonda
"¿Por qué escribo? Cuatro escritores laguneros cuentan su niñez"
15 de abril. 20:00 horas
Taller de gráfica El Chanate: Av. Matamoros # 525 Ote.
Entrada libre


Este es un fragmento del texto que preparé para el próximo miércoles.

Lectura y locura

El espíritu es un globo terráqueo; la superficie de sus regiones habitables, lista para el arado, brilla de un modo uniforme; tiene montañas significando las alturas que podemos alcanzar, y sus nubes son una invitación permanente a convertirnos en pájaros. Las noches del espíritu nos muestran el espectáculo de una bóveda infinita, el universo creado más allá de su propia conciencia. Las horas de luz representan la acción, el trabajo aplicado, la tarea primigenia de conocer y conceptualizar lo que nos rodea.
Una franja del espíritu pertenece a la memoria, el rompecabezas de los fantasmas personales, campo de tumbas abiertas donde yace la descomposición de los días, restos palpables, polvo enamorado. Otra extensión de tierra constituye el feudo de la razón. Sus provincias principales son la deducción, la inducción, la inferencia, procesos cognitivos que sustituyen a los juegos de la infancia. Memoria y razón, superficies limitadas, puertos seguros rodeados de vastos océanos cuya insondable profundidad nos asusta a tal grado que preferimos construir barcazas para flotar por encima de su nivel, antes que zambullirnos en sus aguas. Del mismo modo, sabemos que el espíritu tiene un centro, pero no somos capaces de afrontar el trabajo, digno de las hazañas impuestas por Euristeo a Heracles, de asomarnos a ese corazón que, como el nuestro, debe sufrir y gozar, y cuyas palpitaciones más fuertes engendran terremotos, tsunamis, y demás fenómenos impredecibles...

(El texto completo, el próximo jueves a partir de las 20 horas)

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