viernes, 16 de abril de 2010

¿Por qué leo? ¿Por qué no?

Les ofrezco una síntesis de la plática-lectura desarrollada en el taller del Chanate en Matamoros 539 oriente este jueves 15 de marzo.
¿Por qué Leo?, la mesa redonda organizada por la coordinación de literatura del Icocult Laguna comenzó con las palabras de bienvenida a cargo del chanate mayor Miguel Canseco y la institución lagunera que responde al nombre de Jaime Muñoz Vargas. Fue, en términos de los dos presentadores, una inauguración literaria del nuevo domicilio del taller, con mensaje social incluido, toda vez que los horarios de las actividades sufren el recorte impuesto por la prudencia.
La primera en saltar al ruedo fue Angélica López con el recuerdo de sus primeras grafías vinculadas al graffiti. Luego se remontó al descubrimiento de las malas palabras como seres negativos, demonios que se limpiaban con el enjuague bucal de agua y jabón. “Pinchi” un simple vocablo y a la vez un acto de rebeldía, un sacrilegio. Pronunciar malarazones era un acto abominable, peor que jalarle la trenza a la hermana. Luego, el descubrimiento de Herman Hesse y su Lobo Estepario. La influencia de Mujercitas, inconscientemente una razón para empezar a escribir tan tarde. El libro Pregúntale a Alicia, diario de una joven drogadicta, puso sobre la mesa lo difícil que a veces resulta distinguir libros que sí y libros que no. Confesar que se ha leído tal o cual obra es también un acto de contrición. Escribir, una forma de contar mentiras sin temer a la censura.
Daniel Maldonado se remite a la casa del abuelo. Un tío que estudiaba en Ciencias Políticas fue el puente hacia la literatura, tenía guardados libros, la Divina Comedia entre ellos. El infierno de Dante le causó pesadillas. Luego, entró en la Casa de la Cultura de Torreón, ahí le regalaban libros gratuitos de la SEP. Tuvo la fortuna de que su madre lo llevaba mucho al teatro y al cine. Desde la infancia su contacto con la diversidad cultural fue afortunado. Otras lecturas: los cómics. En sus páginas conoció obras clásicas como Ivanhoe o Robinson Crusoe. También era asiduo a los relatos del Pato Donald y demás prole de Disney cuyo encanto se desmitifica posteriormente. La secundaria le presentó a Neruda y Sor Juana. La lectura en voz alta lo incluyó entre sus adeptos. Dato curioso, en segundo grado de secundaria, le encargaron hacer una historia, pero nunca quise inventarla, por ello, se fue a extraordinario. A los 21 años empezó a escribir poesía. Una mujer le brindó la epifanía, le despertó al poeta. Trabajaba en un hotel y el horario nocturno le permitía pernoctar con el gusto de la lectura. La necesidad expresiva sin lecturas, es una casa sin cimientos. Escribir es reflejar una visión del mundo. Asegura ya dejó atrás al escritor que sólo realiza su labor para la satisfacción personal, ahora, la misión es comunicar y a través de la letra, develar los mecanismos de control que se ejercen sobre la gente, develar las circunstancias, atacar los problemas sociales. “También se cantará sobre los tiempos aciagos” dice citando a Bretch. Trascender el egoísmo y brindar el conocimiento es su objetivo, dejar atrás al maldito y darle lugar a la empatía, recuperar la conciencia y modificar el ambiente criminal en que vivimos son algunos de los demonios con los que convive Daniel.
Antes de cualquier experiencia, Ivonne comparte la duda del pavorreal, ¿Qué es eso que se oye? Sí, un pavorreal. Trata de rescatar lo decisivo que hay en ella para responder a la pregunta de ¿Por qué leo? Su madre leía todo el tiempo, es su primer recuerdo relacionado con los libros. La ve sentada en el sillón de la sala, durante mucho tiempo ignoró que la principal actividad, si se le puede llamar de ese modo, de las personas por la noche es ver televisión. No entendía que hacía su madre hasta que empezó a leerle cuentos, cuentitos de Disney. Cultivo en ella y en su hermana el hábito de la lectura. Escribir para expresar. Sobre una hoja comenzó a imitar las figuras de los libros, que resultaron ser letras. Su primera consumición de literatura ocurrió en la primaria. Fue un cuento de Julio Cortázar. Los libros de la primaria le parecían fabulosos, recuerda el título: Carta a una señorita en París. Todavía espera conocer a alguien que vomite conejitos. Comprendió que había otros mundos a los cuales podía acceder a través de la escritura. Para un diez de mayo, decidió hacerle un libro a su mamá. Lo escribió en hojas de máquina. Reconoce que la prosa no se le da mucho. Cuando tenía once años llegó a sus manos una obra fundamental, la primera novela que leyó y que sigue leyendo: Cumbres Borrascosas. Aunque no se le da la narrativa, algún día quiere hacer algo como ese libro.
Miguel Morales marca en su mapa vital un primer acercamiento a la literatura a través de la recitación de poemas de Benedetti y León Felipe. Con el acompañamiento del pavorreal comienza su discurso. Piensa voces, pasos de gente que se acerca, murmullos, ciudades, el espejo de la memoria le muestra El llano en llamas y a Pedro Páramo. Envidia a quienes no han leído a Juan Rulfo, porque la primera lectura no se compara con las sucesivas, sobre todo porque se pierde la sensación de que estás recordando algo olvidado. En el encuentro del lector con el libro se descubre la poesía, las palabras respiran. Lo pusieron a escribir Macario y El llano en llamas. Esos cuentos de la secundaria marcaron su adolescencia. A los compañeros de clases les ponía de apodos los nombres de los personajes rulfianos. Confiesa que una vez declamó el poema Te quiero de Mario Benedetti, se agarró los codos y luego abrió los brazos al infinito, todos se destornillaron de la risa. Tus labios estaban mojados como si los hubiera besado el rocío. Considera de vital importancia desmitificar el acto de leer. El juego tiene una importancia vital. El gusto por la lectura llega por contagio. Hay que conquistar espacios para la lectura en voz alta, y para ello, se requiere que padres de familia, bibliotecarios, padres de familia, mediante un método multidireccional, participen del fomento a la lectura en los niños y jóvenes. Termina por afirmar que los textos de Rulfo son sus mejores compañeros de andanzas, sus mejores amigos.
Esto fue a grandes rasgos el contenido de la mesa ¿Por qué leo? organizada por la Coordinación de Literatura de Icocult en el nuevo domicilio del Taller del Chanate. Falta el testimonio de Daniel Herrera, por azares del destino me tocó compartir con él la última ronda de la mesa y no consideré prudente ponerme a teclear a su lado por temor a distraerlo a él o a la concurrencia.
El texto que leyó su servidor aparecerá en este blog en varias partes dada la extensión que guarda.

No hay comentarios:

Publicar un comentario